sábado, julio 02, 2005

¿Cómo hacer para que se lea como si hubiese colgado?

llamas ya no tendrá sentido escribir. Pero no llamas, y es la toma sesentaysiete de Something. Y ya es sábado. Qué tarde que es. Qué temprano que es, para ti. Qué temprano. Hoy eternamente me acordé de ti, no es como para escribir un mail, es más bonito así...una carta que camina, que es leída antes de llegar a ti, es leída por más gente y que perderá sentido si llamas antes de que acabe. Sería muy raro que perdiera el sentido, siempre procuro escribir con un sentido, que no me doy yo mismo sino que llega de algún lado. Hoy, hablé de La Maga, te acuerdas?, la de Cortázar, Ah!, y también hablé de Cortázar, una mujer a la que le encantaba Cortázar. En esa comida me fue imposible no ser feliz, realmente me sentí muy feliz; claro, toda esa gente que me rodeaba, y me daba extraños consejos y extrañas reprimendas sin serlo, puros izquierdistas, y yo, yo me reía de mi mismo, Cortázar da a conocer un Paris que no es para los que vamos, Cortázar da a conocer un Paris enorme y hermoso, Cortázar Cortázar París París. Definitivamente, de eso no sé. Yo era silencio total, pero bueno ahora acá está la carta que camina lentamente hasta llegar a ti, y ojalá termine y así, apenas termine, lo sientas (cómo, Luna, sentir) y levantes el auricular para marcar. Nunca estuve tan triste y tan feliz al mismo tiempo. Tú sabes, de esas tristezas que después se pegan un tiro porque fueron radicales toda su vida y que no sirvieron para nada, terminaron pasandose al otro lado, al otro partido político, al otro momento histórico, al otro...no de eso no sé, definitivamente. El dueño del restaurante era Italiano y se había venido en Moto, y se partio el pie, por eso no fue futbolista del Juventus, y dice que fue el mejor regalo que le pudo haber dejado el primero de Mayo del sesentayocho...de eso, sí!, sé un poco, un poquito no más al lado de los que me dan extraños consejos. Consejos o concejos...oiga!, le estoy hablando (ésta gente no sabe de modales en la mesa, se dedica a hablar y a hablar, no escucha), usted ha viajado, ah si? qué bueno, sí, le hablo en voz baja porque no me gusta que parezca que estoy haciendo alarde.
A tí, te encanta hablar por teléfono, todavía me acuerdo cuando hablaba tardísimo y alguna amiga tenía un problema y estaba tristísima y por eso era que cogías el teléfono a esas horas de la noche! o la vez que te llamé desde muy lejos (siempre con miedo) y que duro muy poquito tiempo, y era imposible romper esa norma pues si la rompía entonces me enteraba de lo que estaba sucediendo en mi ausencia. Pero qué iba a romper mi vinculo con ese lugar si hablé fue contigo y ni sé quién me contestó ni nada sé que esperé y que me cuidaban la espalda y que yo tenía mucho miedo (y no!, en este momento señor, no puedo recibir ninguno de sus concsejos ni ninguna de sus crónicas a Italia ni a ningún país en otra parte...no! estoy hablando por teléfono) y que cuando pasaste y escuché tu voz - que ahora no escucho, y que si escuchará entonces todo esto perdería sentido, porque sé que te contaría que lo estoy haciendo y, entonces perderían vida propia, independencia, las letras y las palabras-...mmm, escuché tu voz y me alegre mucho!, no me interesaba hablar con nadie!, estaba hablando contigo, no sé ni siquiera para qué servía esa norma de no saber del futuro y del presente, sé que me hablaste rapidísimo y me dio miedo que no estuvieras, y estuviste y hablaste y no esperé mucho -como si espero ahora-. Pero, no, no me desesperé ni en ese momento ni ahora (van a hablar de mi?, ah, sí, estoy feliz con el corazón, no, no conscejos no por favor, esos conscejocso no me interesan) yo sólo quería hablar contigo!, y pum!, colgué.
Ja!, el restaurante se incendió. Cuando menos ví, estaba lleno de llamas rojas y amarillas, más amarillas que rojas. Sí llamas realmente no tendrá sentido escribir.
Juan Pablo.

No hay comentarios.: