jueves, octubre 27, 2005

Infierno

Hoy desde la habitación oscura veo como se va de viaje el amigo más oscuro que tengo. Se va a un viaje largo y revoltoso, lleva música para escuchar.
Me entregan la carta. La puse sobre la mesa. Después de eso: infierno total, infierno, cada vez pierdo más esta vista, veo menos realidades. Dejo el lapiz a un lado, no he comido bien, estoy muy flaco... recuerdo esos tiempos en los que leía cuentos en un bus, siempre iban muy al punto. Recuerdo que todo lo que veía alrededor era oscuridad, oscuridad de esas que sólo se ven en la selva, que sólo crean los árboles tratando de indicar que por ese camino no es preciso andar, que por ahí no se va a llegar a ningún lado; así está la biblioteca últimamente: Oscura, no quiere indicarme nada más que vete solitario vete y nada puedo hacer, es su ley, la ley de lo que quiere quedarse callado para siempre, pero mi ley también es no dejarlo, evitar al máximo el silencio de lo que debe hablar, de lo que me debe hablar.
Soy escritor de historia, la historia me habla, me dice qué debo decir, me controla, me lleva a tergiversarla; eso, al final, no importa. Perdón, dije mal, soy escritor y también hago la historia, escritor por aquello de tener que escribirla, ponerla en libros, plasmarla y que luego la puedan leer allá abajo.
Desangré, anoche, la piel de algunos humanos del sur que creían (por culpa de algún otro historiador) tener poder de decidir qué hacer sobre su vida; manejaban costumbres distintas al centro y al norte, al sur-centro, las mujeres hablaban con una voz parecida a la de un instrumento de viento que usan los negros del norte (que yo mandé traer desde el África, y se establecieron en el norte, Yo inventé a Miles Davis, yo inventé qué Spanish Key sonará a voz de mujer del sur), inventaron una cruz de estrellas que todos los del sur-centro conocen y admiran e inventaron un nuevo abecedario. Los desangré de color finalmente cuando ya creían haber conquistado la mitad del sur-centro. Les dejé la voz a las mujeres y una capacidad increíble de entender la música a los hombres.
Sigo con infierno. Infierno-Represión.
Hoy desde la habitación oscura veo como no regresa mi amigo oscuro que salió de viaje, espero que no esté escuchando mala música, sé que vendrá pronto, no debe darme miedo nada, la paranoia de querer, la paranoia que me brinda el querer. A pesar de escribir la vida, tengo intacta la necesidad humana de amar; sino amo no puedo, no puedo sin otra cosa que el amor.

La historia debe ser escrita por los que aman, los que hacen las cosas con testarudez, con pasión; a lo mejor, mañana llegué el caballo de mi amigo, o el carro, o el amigo a pie, caminando entre la biblioteca o entre la selva que se va cerrando, tal vez llegué con un fusil al hombro ó con unos audifónos y un libro de poemas con billetes como separadores ó con un lienzo y un amor ó con una guitarra y una canción ó con Andre que no me llama ó con una guitarra y sarcasmo. Ojalá quieran escribir la historia, a su manera cada uno, espero. No sueño, Qué bueno que hayan avisado que venían.

Ya no más infierno amor

Ya no más infierno.

Ya no más infierno Antoño...

Juan Pa


miércoles, octubre 26, 2005

Las películas que siempre dejan sabores
No lo digo con tanta credibilidad, no creo en lo que digo, tengo gripa y no puedo probar ni un sólo sabor, no puedo sentirlo, no puedo sentir sí en realidad una película puede dejarme un sabor. No me crean.
Ya ni puedes escribir bien las palabras, te quedan todas al revés. Igual te entiendo. Yo estoy igual, yo también siento que todo va para abajo y que ya queda muy poca gente que de verdad quiera expresarlo y que no tenga miedo a ser juzgada por escribirlo. Habrá que bajar para después subir, y cuando ya todo esté bien arriba mantenerse. En realidad, no sé qué quiera. Salud, hoy más que nunca. Mis ojos brillan como cuando se va a llorar, y tan lejos de eso no estoy. Mi cabeza arde por dentro; ni siquiera puedo gritar. Nunca he podido gritar. Soy frágil, mi garganta también.
Say No More
Juan Pa