jueves, junio 09, 2005

Texto erroneo
Brevedad Real


Quisiera entrar a esa biblioteca que antes era una iglesia.
Ese techo, por donde pasan gatos de los de Cortázar; y esa puerta café, que es tan! asesína y tan! rápida.
Sale gente muy feliz de la biblioteca, salen desconcentrados y desconcertados, y haciendo muchísimo silencio. Se desconcentran por este ruido que suena; les duelen los oidos porque, creo yo, ahí adentro de la biblioteca hay un silencio que a veces peca de solitario y hace que los oidos se sientan solos (al lado del silencio), sin uso, y salen y les debe sonar un pitico aburridor!.
-Matenlo, sí!, tirenle piedras!. A este le va a quedar muy difícil sobrevivir, es como un narrador de una guerra: pues su narración será aburrida y obvia ,sí la hace en primera persona, y sí la hace en otra persona terminará muriendo, le va a quedar muy difícil sobrevivir.
Ah!, sobrevivio!.
Él salio del accidente de la estanteria que cayó sobre Borges por andar leyendo a escondidas del jefe de su trabajo, salió vivo y está mirando desde San Ignacio (que es un patio como una meseta, desde donde se podría ver la ciudad-enorme- pero un edificio la evita mostrar) hacía abajo.
A todo aquel que sale de la biblioteca, y hace muchísimo ruido (hacen ruido pues se sienten libres), él quisiera poder moatar a pedradas...pero no es capaz.
Él quiere entrar a la biblioteca, ver libros!, muchos libros!, y poder tocarlos, poder sacar y leer el que quiera; poder encontrar escritos de alguien, de algún estudiante del pasado, leerlos quisiera, sentarse y decir:
-Pobre, lo mataron a pedradas y no escribió lo mejor de sí.
...Que es lo mismo (para mi) que decir que él no va a ser alguien frustrado como el de los textos en el libro, él si va a a seguir escribiendo, si va a seguir con la biblioteca de casa, él no la venderá (porque él mismo es literatura);'Venderá' digo porque a lo peor, estos textos en este libro que él encontró no son de ningún viejo estudiante, sino que son de un viejo decrepito (de esos que acostumbran vender sus bibliotecas de libros viejos) que quería ser poeta pero se ca(n)só, tuvo hijos, se los mostró a sus amigos (quienes sí fueron oportunistas, y no fueron poetas), y luego se debio morir, dejando de lado esos textos viejos (y otros más) en un libro que vendió (y no por equivocación) entre miles de libors (que nunca sus hijos miraron, ni determinaron) y que la libreria comprante donó a la biblioteca donde él se encontró los textos.
Pero como fue así, también pudo ser de otra manera y él, de todas formas, no piensa más de lo que debe pensar y no divaga; por eso es feliz tratando de pobre al escritor de los textos, tratando de estudiante al pobre asesinado, tratandose mal.


Juan Pablo

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