viernes, mayo 23, 2008

Marioneta marcescente: marchitándose sin caer.

Pesado y aburrido resulta para el tiempo sostener tus hilos.
¿Cuándo te fuiste convirtiendo en sombra, sin flor y carente de vida?
Cuándo y no me di cuenta,
fui tan triste que no me di cuenta;
te miré tanto que no me di cuenta.

¿Alguna vez te propuse mirar por mucho tiempo los prados de tu abuela?
Ahí, seguramente, no encontraríamos nada;
Pero así no sería tan triste tu silencio hoy,
Ni tan oscura tu flor ensombrecida,
Ni tan muertos tus hilos de vida.

¿Puedo sentarme en tu silla sin caer fríamente en lo nocturno de tus párpados?

Puedo abrazarme a los pocos brillos que a veces quieres darme,
Pero no me bastaría con eso,
Y te lo quisiera decir hoy, que parece que me escuchas, que estás atenta a mis palabras,
Que puedo contigo pero no puedo conmigo
Tratando de cargar lo que al tiempo no se le antoja;
Y tratando de cerrar los ojos, y poder sentarme al lado tuyo,
Deshacernos de los hilos (mutuamente),
Deshacernos de lo marchito que aparecemos hoy en ese cuadro de las marionetas.

Yo llevo tu mano. Pero acéptala.
Y aún queda helado en mi nevera.
Para que lo veamos caer sobre los prados de tu abuela, tan estáticos como las marionetas que no quieren vivir más.

No hay comentarios.: