martes, mayo 20, 2008

Para poder levantarse y mirar I

Yo creo que yo crecí mal. Y hasta ahora me vengo a enterar. Me dijo marchitándose sin caer. Yo le entregué mi espejo y en él se pudo ver. Y no pensó en nadie cuando pudo mirarse; levantarse con leves fuerzas. Y se sintió feliz, pero ya estaba metida en su reflejo. De ahí nadie la pudo sacar. Y no pensó en nadie más sino en su marchitez eternizada en el espejo que me había apropiado unas cuadras atrás y que ahora tenía que dejar en esas cuadras más adelante, empinadas y absueltas. Estaba despeinada. Y no me pidió unas monedas. Su cabeza no había entrado en el espejo. Sino, se hubiera sonreído con seguridad. Y el reflejo era una mano con una peinilla sucia, que sirvió para atacarme, robarme la peinilla sucia, ser reflejo sin gracia.
Para poder levantarse y mirar.

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