domingo, noviembre 20, 2005

1:27 am

Desde unos cien metros se ve tu casa. Una mujer, una jumer, se sentaba todos los sábados a esperar qué sucederá hoy , tenía vista hacía ariba, no sabía como se llamaba exactamente en términos cientificos, pero sí sabía que podía ver la casa desde cien metros con sólo levantar la cabeza y ya, ubicaba uno a uno a los personajes de la casa; era tal el conocimiento de parte de la jumer hacía la casa que parecía que viviera ahí adentro. Sentía exactamente cada cosa que cada ser humano en la casa sentía, bailaba cuando veía que alguien por fin bailaba, como en los viejos tiempos, lloraba cuando era triste la ocasión, se enfermaba cuando alguno estaba enfermo.
Le encantaba en especial la canción que decía: Es mi destino andar y andar , sí la casa no se movía sería ella quien lo hiciera, sabiamos que la casa no se habría de mover, ella movería sus ojos hacía otro lugar, hacía otros dolores, hacía otra acústica, en otra casa, en otro lugar de Bogotá; un lugar que no sería ni hermoso ni horrible, sería un lugar, normal, las casas siempre serán especiales, siempre lo serán, cambiar de casa siempre será doloroso, siempre lo será, pero no es bueno ni malo, es movimiento, dar vueltas (fijarse que dar vueltas trae consigo la palabra dar...que podemos conjugar fácilmente con dar alegría a mi corazón, dar alegría a tu corazón, dar alegría a tu propio corazón).
La jumer seguiría a los personajes de la casa; seguirá esperando a ver si tiran algún cigarrillo; si salen muy borrachos y dejan su licor tirado; si salen muy tristes para poder decirles que no, que ella degustó al máximo el concierto o el baile o la amistad , si salen muy felices porque tocaron canciones hermosas para poder compartir la felicidad de ellos; si salen muy enamorados para poder animar ese amor, y poder decir por ejemplo que hacen buena pareja o que sigan siempre o que no se olviden de mi o hoy los veo por última vez acá con la misma ropa con la que los conocí o casa grande muy bonita o bajen a abrir la puerta o llama al cuatrocientosuno o sube no tengas pena mi mamá no es brava o te quiero.
Esa jumer es amor puro. Esa mujer se llama (siempre se llamará, no se irá jamás): RECUERDODELACASADEANDRE.
Juan Pa

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