lunes, agosto 29, 2005


No soy yo
Soy apolítico pero no malo


Me levanto temprano (no soy yo), cruje el piso sobre el que poso mi pie (más aún no soy yo). No prende la luz del baño.
-No me voy a bañar (Qué indecente. No debo ser yo). He oído de varios accidentes que pasan por no ver lo que se pisa (¡Ay!, ahí estoy yo, soy yo), no quisiera morir ahogado, crucificado y, además de esa desgracia-desgracia morir desnucado (Qué inocente. Amo esa parte de mi yo) (No soy yo)

Nunca hablo en voz alta, soy tímidamente callado, callado por timidez. Esta vez, una ducha a oscuras me invitó a contarle al lava-manos, al desodorante y al cepillo de dientes viejo (No soy yo evidentemente) que no quería morir hoy. Camino por el corredor y vuelve a crujir el piso (o el piso está frágil o, insisto, No soy yo).
Abro la estufa de gas…
-Cabrón irresponsable ahora sí: ¿Mi violín?
-No pude. Jugué cartas anoche, perdí un poco del adelanto…va a tener que da-r-m-e un poco más…usted sabe: Cuando una cosa es difícil de conseguir, en el mercado, suben los precios. (Qué estafador, No soy yo definitivamente).

Mi vida con planes inmensos y frustrados diariamente. Así es como la veo últimamente, así me la mostró el reflejo que salía del cuadro de Horacio Quiroga que detalle en esa casa (No soy yo): Un hombre gordo y cansado se va del circo. Su fenomenal trabajo de unos años es un cheque, último pago en su agenda, al lado del cuento que quería volver monólogo…Es un cuadro decididamente frustrante (No el cuadro, el reflejo), sé también que no tiene nada, o casi nada, que ver con mi vida, sé que no soy yo un hombre que piense que la vida hace momentos mágicos para recordarle a uno su propia vida.
Dicho lo que dije antes, entré a mi casa. (Sí, soy yo, tan impertinente). La puerta abierta, yo un poco con calor. No quisiera morir desvanecido en una cama con pulmonía (Qué romántico, así soy yo definitivamente).
Tuve un ataque de euforia, cogí el violín, hice sonar la guitarra que estaba en el suelo. Bisturí, arreglo, caja de madera. Abrí la ventana que da al cielo y unas pequeñitas gotas de lluvia mojaron mi violín, me paré en la silla (no soy yo), alcancé el pegante….y sonó el teléfono.
-Buenos días. Llamo para preguntar sí usted es el que arregla instrumentos.
-(Tos, no soy yo, nunca toso) Claro, tráigalo, yo lo reviso. Mmm, pero…quisiera decirle que no cobro, cambio servicios. Necesitaría alguien que arreglase la luz de mi baño y la estufa de gas.
-Trataré de ayudarle, dígame su dirección.
Sonido fuerte, estruendoso….

Mi dirección, no la pude decir.
No sé si morí de frío, ahogado por gas o por algún avión que, si no paso nada, estará llegando a su destino.
No soy yo definitivamente. No dejo nunca violines sin terminar, y nunca los devuelvo más dañados que como me los encontré en la vida.

Juan Pa

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